Hace 21 horas
viernes, octubre 01, 2004
Carta
Te pregunté “¿por qué estás enfadado?” y me respondiste: “Yo no estoy enfadado. Es cosa tuya”.
¿Ah, sí? ¿Seguro? No es eso lo que has estado diciendo por ahí.
A veces me siento una auténtica mierda, durante años te has dedicado a que me sienta así mientras tú robabas lo que soy, lo hacías tuyo y te llevabas mi forma de ser.
Quizás sí, es cosa mía, soy una lunática y una mala amiga, ninguno más tiene problemas así contigo… O puede que sólo yo me atreva a decírtelo, después de años y años aguantando. Si sigo intentando entenderte, volveré a ceder ante tu carisma, como hago desde hace años. Años que llevo sintiéndome inferior a ti pero ayudándote en lo que podía siempre que te dejabas ayudar. Jamás he oído un “Gracias, tía” que salga de tu boca, eso es la amistad para ti, que te lo den todo pero tú jamás das nada.
Dices que no te arrepientes de nada.
¿Absolutamente de nada?
¿Ni siquiera de algo que yo considero una violación? Joder, podrías haberme despertado y hubiéramos disfrutado los dos. No me vale que digas que tenías 15 años, yo también los tenía.
Es el problema de hablar contigo, no soy capaz de encontrar las palabras en el momento, siempre salen cuando rumio la conversación, pero es demasiado tarde.
Ojalá algún día descubras que los amigos de verdad son los que no te huelen el culo.
A.
Recopilado en:
Interioridades
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