Se podría decir que estoy orgullosa, sé ver la
belleza. Y tú, astuto lector, preguntarás: ¿Y a quién le importa la
belleza? Buena pregunta, aunque traiga energías negativas. Pues resulta que si se es capaz de ver la
belleza tres veces, la
belleza nos aceptará y ya no se negará a nuestros ojos. O al menos eso es lo que dice mi profesor pirado. Está a punto de cumplirse el primer mes de clase, y ha ido un poco como siempre, muchos programas, muchas lecturas y profesores un poco más pirados que los años anteriores. Al menos, tengo de qué estar orgullosa, en el
primer tanteo de evaluación soy la persona con mayor nota, al fin y al cabo, por fin premian
la creatividad.
A estas alturas del partido, creo que me hubiera gustado hacer
bellas artes, pero es un deseo al que no le presto mucha atención, quizás dentro de algunos años.
¿Cómo sé yo que mi
belleza es tu
belleza? "Pa'gustos, colores", espero. ¿Cómo se plasma la
belleza en un escrito? No parece difícil a primera vista, sólo hay que utilizar imágenes bellas: hay elementos culturales comunes que transmiten
belleza, desde una mariposa hasta el cielo estrellado. Pero yo no quiero conformarme con escribir cosas bellas, necesito un poco de miga, sustancia, fondo. Una trama matizada, contrastada, que no sólo trasnmita
belleza, y creo que eso es lo que los
hippyprofesores no terminan de comprender.
Eso sí, con un poco de morro, se les puede colar cualquier cosa, incluso esas palabras maltratadas por
la belleza:
desechos,
ponzoña... ¿Tienes alguna palabra no bella para mí?